jueves, 3 de junio de 2010

El chocolate latinizado

En mis búsquedas desesperadas por algo de lo cual escribir, encontré en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de México algo interesante. Era uno de esos libritos que se llamaban rapiaria (o rapiarium, en singular) y que se usaron durante más de dos siglos en la enseñanza que impartieron los jesuitas en la época colonial. Son más o menos el equivalente a un cuaderno de notas de un estudiante de la actualidad, pero estos libritos los llenaban poco a poco los estudiantes siguiendo un patrón y un orden muy definido: como eran principalmente para aprender latín, asignaban a cada hoja una letra del alfabeto y poco a poco iban poniendo las palabras raras o locuciones que aprendían. Eran algo así como un diccionario personal, que al mismo tiempo tenía extractos o pasajes de diversos autores que los estudiantes consideraban representativos, o a veces composiciones de los mismos estudiantes.

Pues en uno de esos libritos, el manuscrito 1418 de la Biblioteca Nacional (seguramente del siglo XVIII) un estudiante llamado Fermín chocolateimageGoycochea transcribió dos textos en latín acerca del chocolate. Primero pensé que eran composiciones de un criollo novohispano en  latín, pero después de muchas horas de búsqueda y desesperación, me di cuenta de que eran extractos de otras obras: uno, de la obra llamada Columbus, largo poema épico en latín que tenía como héroe principal a Cristóbal Colón, publicada en 1716 y escrita por Ubertino Carrara; otro, de la obra Aestates Surrentinae (Los veranos de Surrento) de Niccolò Partenio Giannettasio, que apareció en 1697 y es un texto principalmente descriptivo en latín acerca de esa ciudad. Las dos, sobra decirlo, son obras que hoy en día devoran sólo los especialistas.

Aquí están, pues, los dos textos, tanto en latín como en la traducción:

 

Cocolactis apparatus ex Carrara

Ubertino Carrara (Colombus: 10, v.705)

Ms. 1418 de la B.N., Fol. 92. v

 

"Dignum Divorum mensis apponite nectar,"

Iusserat: incubuere operi non segniter omnes.

Concava pars effert argenti vascula puri,

Deque una gelida vicini fluminis hausta

Mensuram super iniiciunt; pars arida ligna

Lampade supposita succendit, et excitat ignem.

Clausus vase latex, simul ac sentire calorem

Coepit, et ad bullas praemittere murmura primas ;

Tunc aliae cocolactis redolentia dona

Desuper infundunt: virgae mox tortilis orbe

Usque adeo versant arguta liquamina, donec

Delicias spumae faciant, acuantque palatum.

Potus ut ad votum succesierat; arte magistra

Urceolo ingeritur nucis Indae, cuius obibat

Circulus extremas argenti fusilis oras;

Inde propinandus juveni datur: accipit ille

Spumantem pateram, quam vix admoverat ori,

Delinitus odoriferi dulcedine roris.

Non cito degluttit, sed sorbillare perita

Quod sapit, in longum gustus patientia differt,

Gaudeat utque magis, piger est ad gaudia sensus.

 

Preparación del chocolate, extraído de Carrara

Ubertino Carrara

Traducción de Joaquín Rodríguez B.

“Sirvan en las mesas el néctar digno de los dioses”, había ordenado, y se arrojaron todos con premura al trabajo. Unos sacan vasos cóncavos de plata pura y les vierten una porción de agua helada recogida de un río cercano, otros encienden leña seca poniendo una antorcha por debajo y atizan el fuego. Apenas el líquido encerrado en el vaso comienza a sentir el calor y a emitir ruidos en las primeras burbujas, se esparcen hacia arriba los olorosos dones de otro chocolate. En seguida, haciendo círculos con una vara retorcida, revuelven continuamente la fina mezcla hasta crear las delicias de la espuma y así estimular el paladar. El líquido se había ido a la superficie como para un regalo, y siguiendo la técnica como maestra, se introduce en un cuenco de coco, cuyo círculo rodeaba los bordes extremos de la plata moldeada [1]. Después, se le da a probar a un joven. Recibe él la espumeante taza, y apenas se la ha acercado a la boca, se impregna del dulzor del jugo perfumado. No lo engulle rápidamente, sino que la paciencia, experta en sorber poco a poco lo que tiene sabor, deja para después las degustaciones. Con tal de deleitarse más, el gusto es lento con los deleites.

 

Americanae potionis confectio ex Parten in Surrent.

Niccolò Partenio Giannettasio (Aestates Surrentinae, pp. 83-85, Liber I, Caput VIII).

Ms. 1418 de la B.N., Fol. 93. v. y Fol. 94 r.

 

Hoc loco Lucilius, cum aures turriculae applicuisset, "Bullit," inquit, "ni fallor, aqua." Tum ego educo ex arcula mundum cocolathicum. Et primum papyrum solida caeruleam explico in mensula; inque illa nuceam tabellam levigatam impono, deinde cylindrulum selibrem Americani nectaris vetustissimum sinistra accipio. Dextra vero bipennulam semilunarem; tabellaque super sextantem fere cylindruli minutim reseco. Mox duellam sacchari cochleare accipio, admisceoque cocolathe, cui dulcarium orbiculum odoratum ex illis, quos mihi Consentia Galvaeus dono miserat, adiungo. Tandem cuncta promisce, educto operculo, in ollam proiicio, atque operio iterum.

Deinceps in mensula sericum linteum explico, inque eo conicum vasculum, candidum, perlucidum, mirisque sigillis serico opere depictum, atque disctintum colloco. Volebam gratissimum mihi sui merito iuvenem, hoc splendido apparatu, honoris gratia excipere, atque exhilarare. Enim serica item in patella sigillis illiuscemodi interpicta, atque oculis stellantibus mirum in modum interstincta aliquot Lusitanica bellaria impono: fiunt haec ex polline siligineo perquam niveo, ovo, atque Indico sale; quae in unum coacta tandiu pilo diverberantur, quoad in spumam assurgant; furno mox coquuntur. Illis a vernaculo nomine barbae superioris labri vulgus nostratim cognomen fecit. Mos est Hispanis, qui ad nos iam transiit, ut prius quam cocolathem hauriant, isthaec nectare madefacta praelibent.

Sed iam licuatus cocolathes versicolorem in spumam alte assurrexerat: quo circa e foculo ollulam educo, expansaque super papyro, ne mensulam commurcarem, impono. Interea iubeo Lucilium ellychnia extinguere, myxis forfice dissectis. Ipse vero ex arcula trusatile molile accipio, molamque intrudo in ollulam, axemque versans utraque palma cocolathem molio: et tamdiu diverbero, quoad humor fere totus in spumam abivit. Tum denique, vase inclinato, paulatim mola spumam educo, versoque in vasculum: simul ac infuderam cocolathem continuo diverbero, versoque iterum: id cum tertio fecissem, totumque spumeo nectare vasculum adimplessem, Lucilio subministro.

Accepit ille perquam modeste. Vix primoribus labris digustavit, cum “Probatissimum” inquit “est, cum suavitate liquoris, tum aromatum suaviolentia; confectum item scitissime”. Cum vero rursus sorbillasset, “quam suave!” inquit. Ut olim de re delicatissima dicebatur mellis medulla, nunc videtur dicendum Indicum nectar.

 

Preparación de la bebida americana, extraído de Partenio en Aestates Surrentinae

Nicolás Partenio

Traducción de Joaquín Rodríguez B.

En ese momento, Lucilio, después de prestar oídos a la torrecilla, dice: “Si no me equivoco, el agua está hirviendo”. Entonces yo saco de la cajita los utensilios para el chocolate. Y primero extiendo un papel oscuro en la sólida mesa y en él pongo una tablilla pulida de nogal. Después tomo con la mano izquierda el antiquísimo [2] rollo de media libra del néctar americano; y con la derecha, un [cuchillo] de doble filo en forma de media luna. Y sobre la tablilla corto en trocitos casi la sexta parte del rollo. En seguida, tomo un tercio de onza de azúcar calcáreo y lo mezclo con el chocolate, al cual le añado una ruedecita endulzada y perfumada con las cosas que, convenientes para mí, Galves había enviado como regalo. Cuando todo está ya bien mezclado, le quito la tapa a una olla, le echo todo y la tapo otra vez.

Después, extiendo sobre la mesa una tela de seda, y en ésta coloco un vaso cónico de color claro, brillante, ilustrado y adornado de figuras maravillosas al estilo oriental [3]. Quería recibir con esta espléndida preparación y mediante la gracia del honor a este joven, tan querido para mí por su propio mérito, y que se regocijara [4]. De modo que también pongo en un plato oriental, adornado con el mismo tipo de figuras y pintado de colores de un modo tan admirable que ponía los ojos vidriosos, algunas golosinas lusitanas esparcidas. Se hacen éstas de una fina y blanquísima harina de trigo, huevo y azúcar; lo cual, mezclado en una sola masa, se machaca en un mortero hasta que se convierta en espuma y en seguida se cuece en horno. A tales golosinas, a partir de una palabra popular el vulgo les ha dado el sobrenombre, según nuestra costumbre, de bigotes. Lo que acostumbran los españoles, lo cual ya ha llegado a nosotros, es, antes de ingerir el chocolate, probarlas remojadas en la bebida.

Pero el chocolate, ya derretido, había subido a lo alto en una espuma de otro color, por lo cual saco la olla del fuego y la pongo sobre el papel extendido para no dañar la mesa. Mientras tanto, le ordeno a Lucilio apagar las mechas del candil cortando con unas tijeras los pabilos. Y yo mismo tomo de la cajita un molinillo manual e introduzco la muela en la olla; dándole vueltas a su eje con cada mano, ablando el chocolate. Y bato hasta que casi todo el líquido se haya convertido en espuma. Y entonces, finalmente, con el vaso inclinado quito con la muela poco a poco la espuma, y se la echo al vaso. Tan pronto como he derramado el chocolate, la separo en seguida y se la echo de nuevo. Habiéndolo hecho por tercera vez y habiendo llenado todo el vaso con la bebida espumeante, se lo proporciono a Lucilio.

Lo recibe él con gran moderación y en cuanto lo prueba con el borde de los labios, dice: “Está delicioso, no sólo con dulzura de líquido, sino también con una dulce fragancia de aromas; hecho también muy sabiamente”. Y al sorber otra vez, exclama: “¡Qué dulce!”. Así como antes se decía “corazón de miel” respecto a algo muy delicado, así parece ahora que debe decirse “néctar de las Indias”.

 


[1] Se trata de las famosas mancerinas, cuya invención se le suele atribuir al virrey de Perú Marqués de Mancera.

[2] Es difícil interpretar la palabra antiquísimo, vetustisimus en latín. Hay al menos en dos sentidos que se le pueden dar: por un lado, en un sentido literal, haciendo referencia a un rollo que efectivamente estaba viejo; se decía que el chocolate sólido podía durar sin pudrirse hasta 20 años, ventaja que facilitó sin lugar a dudas el comercio. Por otro lado, tal vez tenga un significado más general, pues la tradición de elaborar chocolate sólido para su uso posterior en la preparación de la bebida se podía remontar hasta la época prehispánica.

[3] Literalmente, según el trabajo de los seres, aquel pueblo del Asia central y de la China occidental al que se atribuye el origen de la seda.

[4] Aunque por la forma del texto latino, sería el sujeto el que se regocija, parece más bien referirse al joven.